Este sábado fuimos a casa de Inma, una compañera de trabajo, a cenar barbacoa y echar unas risas. Nos acompañó mi sobrina Silvia que ha venido desde Sevilla con mi hermano Jordi, el cual estaba de pendoneo con nuestra hermana Mari Carmen en el concierto de Bruce Springsteen.
El fiestorro ya se había aplazado una semana porque Eduardo, el hijo de Inma, se cayó de la bici y se descalabró un poco la pierna, y tuvieron que llevarle al hospital para que le dieran unos puntos.
Tienen allí una piscinilla en la que se remojaron los niños a gusto, la verdad es que se lo pasaron muy bien. Ya cuando empezaron a temblequearle los dientes a Jaime los sacamos, y terminaron la velada en el sofá viendo vídeos de dibujos. Silvia aguantando como una campeona y Jaime sobando como un ceporrín.
Los mayores nos dedicamos a remojarnos por dentro con cervecita. Hay que destacar la destreza con el barril de Heineken que tiene Carlitos ¡Que maestría tirando cañas! También toca agradecer a James la sudada que se pegó ocupándose de la barbacoa, al final se quitó la camisa porque el calor no se podía aguantar.
La creciente barriguita de Mila fue debidamente apreciada, y es que el embarazo le sienta muy bien a mi niña.
Al final acabé con una buena torrija, que al día siguiente me dejó un poco perjudicado. Pero valió la pena, además lo necesitaba. Si señor.