El gochín: Boda en Escocia

jueves, 12 de julio de 2007

Boda en Escocia

Hace poco fuimos a una boda, pero lo bueno es que se celebró en Escocia. Concretamente, al ladito del lago Ness. Se casó una amiga de Mila, que casualmente es familia de Gaspar y Make, así que hicimos el viaje juntos. Menos mal, porque nuestro nivel de ingles deja mucho que desear y a saber que nos hubiera pasado por esos mundos...

Empezamos el viaje en coche, e íbamos nosotros cuatro más Marta y Cristina, dos de sus hijas. Bueno, pues no habíamos hecho ni 20 kilómetros dirección al aeropuerto de Gerona y el coche nos dejó mas tirados que una colilla. Que no cunda el pánico, el coche está muerto pero rápidamente conseguimos otro. Este era más pequeño, así que 6 adultos, Jaime y 6 maletas nos apretujamos y tira palante ¡Mierrrda, me he dejado la cámara en el otro coche! Bueno, que saquen fotos los demás y así por una vez saldré yo.

Seguimos camino pero ya la cosa iba mal de tiempo, por lo cual al llegar al aeropuerto los Alomar nos enseñaron su famosa técnica de la colada por el morro en las colas de facturación y de embarque, así que pudimos coger el avión. Por los pelos, pero lo cogimos.

Llegamos a East Midland que viene a ser el aeropuerto de Nottingham, donde teníamos que hacer trasbordo. Había varias horas muertas, así que Gaspar propuso alquilar un coche y ver un poco la campiña inglesa. Dicho y hecho, nos pasamos casi todo el rato en el coche porque casi no sabíamos por donde íbamos, pero vimos algo del castillo del sheriff malo de Robin Hood, muuucha campiña inglesa y hasta nos pusieron una multa por aparcar donde no debíamos. No recuerdo si Jaime vomitó en este coche...

Al volver al aeropuerto hacia un sol achicharrante. Mas o menos íbamos bien de tiempo, así que nos sentamos a comer algo y tomarnos unas pintas de cerveza ¡Vaya, pues resulta que no íbamos tan bien de tiempo! Venga a correr otra vez, nueva colada por la cara (así da gusto), pero lo mejor es la paranoia que tienen en el control. Te hacen sacar cinturón, zapatos, te cachean a fondo, una histeria vamos. Cogimos el avión otra vez por los pelos, corriendo, con las botas desatadas, el cinturón al cuello ¡Y tapándonos con el chubasquero porque estaba cayendo una tromba de agua!

En un pispás llegamos al aeropuerto de Inverness, donde ya había dos coches reservados en los cuales fuimos hasta Fort Augustus. Por el camino pude ver que Escocia es como Asturias pero a lo bestia: muy verde, muchísimo musgo, abetos gigantescos, humedad, orvallo todo el rato. Hice bien en llevar el chubasquero y las botas de Gore-tex, hacia como 10 graditos de temperatura.

Al día siguiente, la boda. Realmente me cuesta describirla porque no fue muy estándar. Quiero decir que vale, sí, se dijeron los votos, se intercambiaron alianzas y hubo lecturas bíblicas y profanas (de las cuales no nos enteramos ni papa). Pero bueno, el novio iba con falda, el padrino era una lesbiana con chaqué (que por cierto le quedaba muy bien), el marido de la madre de la novia iba en traje de montar a caballo. No olvidemos a la pareja de goticos con estética de vampiro. Y en la iglesia todos cantando el Oh happy day con un trío de negros que amenizaban el cotarro. El despiporre vamos... Jaime se lo pasó bomba con las canciones, dando palmas y bailando.

Bueno, el convite era un buffet frío en una típica casita inglesa que habían alquilado a los pies del lago. Muy bonito todo. Supongo que la idea era aprovechar el jardín porque dentro casi no se cabía, pero vaya, caía un ligero calabobos que invitaba a ponerse a cubierto a menos que quisieras tomar el champán aguado. así que íbamos alternando la zona de la entrada que estaba ligeramente guarecida con algunas incursiones al interior en plan vikingo para conseguir víveres y bebida. Esto llevó a que una de las niñas inglesas viniera a decir algo así como ¡los españoles se lo han comido tooodooo...! Falso, los guiris también jalaban como campeones.

Los tres cantores de la iglesia estaban en la casa dando una nota de color. Bailamos canciones africanas y más tarde Cristina aprendió a tocar el tema de Amelie en el acordeón. Fue interesante de ver.

Y la fiesta continuaba. Aquí el que suscribe empezó con rioja y muy bien oye, un puntito guapo. Después me dije de probar el whisky y, para que subiera menos, lo tomé como los nativos, con agua. Después de dos brebajes de estos me dio un jamacuco que me quedé echo polvo, qué mareo. Que malo es mezclar. Si ya me lo decía un amigo: “siempre fermentados, nunca destilados”.

Por mi mala cabeza (o estomago, según se mire) cuando acabó el asunto me tuve que ir al hotel a reposar. El resto de la expedición se fue de pubs, y al final encontraron uno que admitía niños (por Jaime). Éste al oír la música empezó a bailar subido a una silla (que fiestero me ha salido), y la gente le traía whisky a Gaspar a cambio de sacarle fotos. Acabaron comiendo fish and chips en un banco a las tantas de la mañana, con un viento helado que pa qué.

El día siguiente nos trasladamos a Inverness, pero antes fuimos mas al norte, a la zona donde solo hay páramo, piedras y ovejas, a ver la Escocia profunda. Jaime se mareó y vomitó el coche.

Ya en Inverness fuimos a cenar a un restaurante indio. Podíamos haber ido a un bar “español”, La tortilla asesina, pero no hubiera sido lo mismo. El Barcelona regaló la liga y fastidió la cena a alguno.

Por la mañana conseguimos llegar al aeropuerto perdiéndonos solo un par de veces, y esquivando a esos locos que nos venían de frente. Para no variar, cogimos el avión por los pelos. Hicimos escala en Liverpool, y nos tiramos unas 5 horas pasando el rato en el aeropuerto John Lennon. Comimos fritanga variada con salsa HP, incluyendo un pastel de carne con un curioso sabor. Cuando estaba casi terminado recordé ese sabor ¡Nos habíamos zampado un pastel de riñones! ¡Aaaaaggg! Compramos whisky en el duty free para aprovechar el viaje, que no se diga, y cogimos el avión con todo el tiempo del mundo. Que colas, que agobio, prefiero el otro método... Con nosotros iba una despedida de soltera, unas 20 guiris despendoladas y escandalosas en busca de sol.

Y nada, cruzamos el canal con buen tiempo y llegamos a Gerona de noche con calor y bochorno. Jaime vomitó de camino a casa. Llegamos hechos polvo pero muy contentos del viaje.

Seguramente se me quedan muchas cosas en el tintero, los que hayan estado que las añadan en los comentarios si eso.

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Graciaaas...
P.D. ¿Que parte de NO ME GUSTAN LOS ANÓNIMOS no habéis entendido,so tarugos?