El gochín: Crónica de una primera comunión

martes, 6 de mayo de 2008

Crónica de una primera comunión

Pues eso, que el jueves día 1 bien tempranito cogimos el tren en Sants y nos acercamos hasta León para asistir a la primera comunión de Nerea.


Para no perder la costumbre llegamos a la estación tan justitos que si llegamos a pillar un par de semáforos más el tren sale sin nosotros. Un viaje tranquilo. Yo, tonto de mi, prácticamente me acabé la única lectura que llevaba. El último de Ruiz Zafón, La sombra del viento ¡Noool, error, quiero decir El juego del ángel! Gracias Martita...

En San Pedro de Pegas como siempre, los primos se llevan muy bien. Jaime comió como una lima porque claro, no va a ser menos que Alejandro ¿no? Mila pendoneando por ahí con su madre y su hermana mientras yo instalaba un antivirus en el ordenador.



En una de estas Mila se llevó a Jaime, Alejandro y Cesar el de Jesús a dar una vuelta en bici por el camino Acebes, entre las tierras. Jaime aprovechó para caerse al reguero con la bici y hacerse un raspón en la frente, pero quedó herido en su orgullo más que otra cosa.



El domingo nos pusimos elegantes y fuimos a la iglesia. De la ceremonia propiamente dicha no hablaré, porque ya nos la sabemos de memoria y no me gusta hacer publicidad a las sectas. Solo destacaré dos cosas:

Primera, que Jaime se portó muy bien y todo el mundo dijo que es muy bueno ¡Que engañados los tienes chaval! Mejor no mencionamos los dos pedos trompeteros que te tiraste en medio del silencio del respetable... Y lo de querer apagar los cirios a soplidos, menos mal que estabas demasiado lejos, aunque todos oyeron como bufabas.

Segunda, el detalle kitsch de la jornada. Realmente, alguien debería aconsejar mejor a ese cura respecto al concepto "música en la iglesia". Lo digo solamente porque el órgano de Bach no suena de una manera óptima en un casette grabado hace veinte años desde un vinilo rallado (no es una manera de hablar, lo juro), aunque me gustó el detalle del botoncico on-off en el mismo altar. Por el amor de Monesvol, pater, venda de tapadillo alguna de esas horrorosas estatuas de santos y compre en el Carreful un par de cd de música sacra y un loro en condiciones, con mando a distancia...

Después fuimos al convite en La encomienda, en Hospital de Orbigo, y aquí quiero dar las gracias a los invitadores y decirles que la elección fue muy acertada. Muy buenos los entrantes, los vinos, el lechazo y los postres, si señor. ¡Esa trucha ahumada... ese Tilenus... ese tiramisú con crema toffee recién hecha... ahhh...!

En el patio central del restaurante hubo una actuación de payasos, pagada por la gente de otra comunión que estaban allí. Sin cortarse un pelo (¿pa qué?) se apuntaron los nuestros para hacer bulto y que no quedara triste la cosa, claro, es que si no no había casi niños. El niño homenajeado (vir-gen-san-ta...) iba vestido de marinerito. Si. Luego ya para que no se le manchara el traje la madre, muy acertadamente, le obligó a ponerse por encima un equipo del Real Madrid (el de Sergio Ramos) que, como también es blanco, pues casi ni se notaba. Muy propio y muy fino quedó el angelito.

Saliendo del restaurante pues fuimos a tomar un bajativo, qué menos. Paseando paseando nos pilló la tormenta pero nos refugiamos enseguida, bares no faltan en León.

Y nada, ya luego hacia casita, hacer la maleta, despedidas, etc etc, y las 11.30 cogimos el coche hacia la estación de tren de León. En teoría el tren salía a las 00.25 pero llegó con unos 20 minutos o más de retraso.

Teníamos plaza en una cabina de seis literas, en la que ya estaban durmiendo una pareja de viejecitos a los que intentamos no molestar demasiado. Cuando ya estábamos instalados llegó el simpático borracho de turno, tan tajado que su mujer lo tuvo que subir a la cama. Vaya pestazo a alcohol y vaya ronquidos, y la señora de tampoco se quedaba atrás en este aspecto, así cojan los dos una apnea del sueño y se queden dormidos mientras hacen algo que implique maquinaria pesada y/o cuchillos afilados. Dios los cria y ellos se juntan. Vaya noche.

Llegamos a Sants hacia las 11.30. Tren de cercanías (en el que Jaime se meó encima para poner el broche de oro al viaje) y en casa hacia las 12.00 del mediodia. Jaime a la guardería, Mila a trabajar y yo hasta las 14.00 no entraba, así que pude relajarme un ratito que duró un suspiro.

Y se acabó el puente ¿Cuanto falta para san Juan?

4 comentarios:

  1. Tío, esto es surrealista total. Vamos, de Almodovar. Mi sobrino tirándose cuescos en la iglesia, el cura con el cassette del Spectrum, el marinerito con la camiseta de Sergio Ramos, los borrachos roncadores en el tren ... Maño mío, lo que yo te diga, registra la historia en la SGAE que te forras. Además pagan canon ...

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  2. jajaja!!
    la verdad es que son muy divertidas tus crónicas inspiradas, o inspirado, o surrealistas! como dice jordi, dentro de un tiempo, del blog sacas un libro y le haces la competencia al futuro nuevo de Ruiz Zafón (que no es la sombra del viento, ¿verdad? :p)

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  3. Corregido, no es La sombra del viento sino El juego del ángel.
    ¡Gracias Marta!

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  4. Hablas del pobre niño vestido de marinerito(angelico)pero despues de haber visto las fotos de la primera comunion,tengo una pregunta:quien le compró ese chaleco a Alejandro?.Si fué Ana,es que tubo un mal momento.Que no,que es medio broma....Nerea,guapisima,no se puede ser mas guapa.Ahora ya sé como se porto mi sobrino,muy en su linea,pero me faltan ver fotos de el vestido de guapo para la ocasión.

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Es sólo una sugerencia, pero verás, es que NO ME GUSTAN LOS ANÓNIMOS.
Graciaaas...
P.D. ¿Que parte de NO ME GUSTAN LOS ANÓNIMOS no habéis entendido,so tarugos?